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El coste de no hacer nada

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¿Cuál es el coste de no hacer nada? Esa es una pregunta que muchos ejecutivos de la industria del mar deben estar haciéndose, ya que la pandemia ha acelerado la transformación digital en todas las industrias.

"Las empresas que no habían implantado la Industria 4.0 [digitalización] antes de COVID-19 han recibido una llamada de atención", informa la consultora mundial McKinsey. En su última encuesta, McKinsey descubrió que el 56% de los encuestados que no habían implementado tecnologías digitales antes de COVID-19 se encontraron "limitados en su capacidad de respuesta a COVID-19".

La pandemia ha aumentado el valor de la supervisión remota de las operaciones, el comercio electrónico y el acceso en tiempo real a los datos de la cadena de suministro. Otro encuesta de Deloitte mostró que el 94% de los ejecutivos coincidieron en que "la transformación digital es una prioridad estratégica máxima en mi organización."

En economía, no hacer nada puede tener un "coste de oportunidad". Para las empresas de productos del mar, no pasar a los sistemas digitales y a la trazabilidad electrónica podría costarles clientes, aumentar los costes operativos y frenar el crecimiento de los ingresos.

Hay pruebas claras de que el coste de oportunidad de no digitalizarse está aumentando, especialmente porque la pandemia ha acelerado el cambio hacia el comercio electrónico y la logística y distribución en línea. Además, los consumidores "cambian de marca a un ritmo sin precedentes", según otro Encuesta de McKinsey. El mercado y la normativa exigen cada vez más transparencia en los productos que compramos. Más consumidores quieren saber si sus productos son sostenibles y socialmente responsables. Y los gobiernos están escuchando.

De hecho, en diciembre, la legislatura nacional de Japón aprobó una ley para prohibir la importación de alimentos marinos ilegales, no declarados y no regulados (IUU). La U.E. fue la primera en aprobar este tipo de ley en 2010, seguida por el Programa de Vigilancia de las Importaciones de Mariscos de Estados Unidos (SIMP) en 2018. En mayo, se presentó en el Congreso de Estados Unidos un nuevo proyecto de ley bipartidista, denominado Ley de Prevención de la Pesca Ilegal y el Trabajo Forzoso, para ampliar el SIMP a todas las especies y mejorar la transparencia de la cadena de suministro, incluyendo nuevas normas de divulgación de datos. El proyecto de ley también propone aplicar tecnologías de vanguardia de inteligencia artificial y aprendizaje automático para atrapar más eficazmente a los infractores y publicar sus nombres.

En 2019, una investigación de la Comisión Europea sobre la industria atunera de Ecuador determinó que existían "graves deficiencias en materia de control, en particular sobre la actividad de las industrias pesquera y de transformación del atún. Estas deficiencias socavan la fiabilidad del sistema de trazabilidad en el que se basa la certificación de la legalidad de las capturas." Ahora Ecuador también está endureciendo sus leyes de pesca.

Desde 2018, las exportaciones ecuatorianas de atún enlatado y en conserva han crecido más del 50 por ciento. Solo en el primer trimestre de 2020, las importaciones de atún en conserva de la U.E. aumentaron un 23 por ciento, en gran parte impulsadas por la compra de la pandemia. Una prohibición de la UE al atún ecuatoriano sería devastadora para la industria atunera nacional. El coste de oportunidad sería astronómico.

Los minoristas e importadores de la Unión Europea y de Estados Unidos han creado el Alianza Mundial del Atún seguir presionando para conseguir mejoras que "garanticen una trazabilidad efectiva... que apuntale los esfuerzos de sostenibilidad, ya que crea transparencia y responsabilidad dentro de la cadena de suministro". ALDI, por ejemplo, ha ordenado que los proveedores de productos del mar estén "obligados por contrato a proporcionar información sobre toda la cadena de valor del producto correspondiente" e incluso ha creado una plataforma en línea para rastrear los mariscos hasta sus orígenes.

Hay otro factor que ha entrado en juego recientemente y que está impulsando la digitalización: el blockchain. Esta tecnología de libro mayor distribuido para mejorar la autenticidad y la seguridad de los datos de la cadena de suministro ha suscitado una gran expectación. Unas 15 empresas tecnológicas ofrecen ahora soluciones de blockchain al sector de los productos del mar. La Asociación Ecuatoriana para la Sostenibilidad del Camarón (SSP), por ejemplo, lanzó la trazabilidad de blockchain con IBM Food Trust en 2020, proporcionando a los consumidores un código QR para rastrear el origen de su producto.

"Sorprendentemente, la pandemia creó la necesidad de asegurar a nuestros clientes que el producto era seguro", dijo a The Fish Site José Antonio Camposano, Director Ejecutivo de la Asociación de Camarones Sostenibles. "Y, en medio de esa discusión, aprovechamos para presentarles mucha más información que creemos que les aporta valor".

A medida que crece la demanda de trazabilidad electrónica por parte del mercado y la normativa, aumenta el coste de oportunidad de no hacer nada, especialmente si sus competidores aprovechan las tecnologías digitales que les permiten ganar más confianza y fidelidad con los clientes.

El coste de oportunidad se manifiesta a menudo en una emoción humana visceral: el miedo o, más concretamente, el miedo a perderse algo (FOMO). Es probable que este sea uno de los mayores impulsores de la transformación digital, ya que los primeros en adoptarla generan miedo entre el resto del sector.

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